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EVOLUCIÓN

 Estando en la cumbre hemos llegado al borde.

Al alcanzar la cima, el siguiente paso lleva a una larga y mortal caída.

 

El mundo civilizado, 

la modernidad, 

tiene como su máxima expresión el fin de la civilización, 

el fin de la humanidad y de cada humano.

 

Evolucionamos para extinguir-nos.

Progresamos para destruir-nos.

Disciplinamos para someter-nos.

Domesticamos para dominar-nos.

 

Evolucionamos aprendiendo de la naturaleza.

Progresamos destruyendo la naturaleza.

Disciplinamos a quienes saquean y explotan la naturaleza.

Domesticamos a quienes la consumen.

 

Somos parte de un engranaje

 en el que cada acción que realizamos 

aporta a la devastación de la vida y de su futuro.

 

Evolucionamos por instinto, para sobrevivir, 

y disciplinamos para arrebatar la vida.

Una clara paradoja.

 

Evolucionamos para disciplinarnos y domesticarnos 

entre las rejas de ese espacio que el progreso ha llamado escuela.

 

Ahí se otorgan premios y castigos, 

bosquejo de la cárcel que es la vida; 

se bautiza con renovados títulos nobiliarios 

a quienes servirán lealmente a su rey 

                 (hijos del sistema, al sistema sostendrán); 

se producen los esclavos educados requeridos 

y en el proceso se les inyecta un coctel de aspiraciones: 

poder, dinero, clase-sector-estrato-nivel social, 

nombramientos y conocimientos patentados, 

prestigio y reconocimiento social, tecnologías; 

necesidades inventadas, impuestas y asimiladas.

 

Evoluciona la manera en que se esclaviza y se consume la vida: 

sobre un asiento de escritorio; al volante; frente a palancas, botones o teclas; 

tras el lente de una cámara; entre las sábanas de una cama; al comprar; 

al alimentarse; en un laboratorio; entre la basura…

 

Progresa la tragedia.

 Domesticamos la muerte.


- Λℓιzн -

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